18 abril 2006

Falsedad corporativa


La empresa en que trabajo es una de esas en las que cada año te evalúan. Dependiendo de la evaluación, puedes cobrar en todo o en parte unos cacahuetes que sirven como zanahoria para hacerte trabajar (el palo viene por otros lados). Pues bien, aparte del porcentaje de consecución de objetivos, que es lo que decide cuántos cacahuetes te tocan este año, también se mide el desepeño. Uno puede haber sido mejorable ("si no mejoras te vamos a echar"), adecuado ("te libras por poco"), destacado ("bien hecho, pero no te lo creas"), o excelente ("sigue así, que prometes"). Pues bien, acabo de saber que en cada departamento o unidad de trabajo sólo puede haber un cierto número de excelentes, al margen de lo bueno que haya llegado a ser el desempeño real de cada uno. Si en un grupo sólo toca un excelente, pues entonces habrá uno sólo, aunque hayan más trabajadores que objetivamente lo merezcan.
No entiendo como esto encaja con eso de "buscamos y fomentamos la excelencia", y lindezas similares que promulga recursos humanos a cuatro vientos.
Sé que esto es el pan de cada día en muchas empresas, pero hoy me ha tocado a mí ser el destacado obligado por culpa del numerus clausus, habiendo sido 2005 el año mejor de toda mi vida a nivel profesional. Tengo un cabreo de mil demonios.
Eso es estímulo y reconocimiento a la labor hecha.

¡Buen trabajo, RR.HH.!